A cinco años de la implementación del etiquetado frontal de advertencia en México, la organización El Poder del Consumidor denuncia que diversas industrias han aprovechado vacíos normativos para ocultar información crítica al consumidor. Aunque la política ha demostrado efectos positivos en la conducta alimentaria—como la reducción del consumo de sodio, grasas saturadas y azúcares—las empresas han adoptado prácticas que debilitan su impacto.
Entre las estrategias más comunes están el uso de letras diminutas e ilegibles en leyendas sobre cafeína y edulcorantes, así como la colocación de octágonos de advertencia en zonas laterales o traseras del empaque, dificultando su visibilidad. Estas prácticas contradicen el objetivo de la NOM-051, que busca advertir de forma clara sobre ingredientes no recomendables, especialmente para menores.
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2021 respalda la efectividad del etiquetado: el 74 % de la población lo considera una buena medida, y entre el 78 % y 80 % de los adultos sin enfermedades crónicas lo toman en cuenta al comprar. Además, el 80 % de padres y el 40 % de adolescentes han modificado sus decisiones de compra gracias a los sellos, y el 75 % afirma adquirir productos más saludables.
A pesar de presentar evidencia concreta para mejorar la norma, la ONG señala que las autoridades evitaron discusiones técnicas durante la revisión de la NOM-051 en 2025. Países como Argentina y Colombia han adoptado mejoras regulatorias en tamaño y posición de etiquetas, pero México no incorporó estos avances. Ante las irregularidades, se presentó un amparo legal para exigir transparencia y respeto al derecho a la salud y a la información.
Alejandro Calvillo concluye que la aplicación ilegible de advertencias perpetúa malas prácticas industriales y representa una falla ética del Estado frente a su deber de proteger al consumidor.
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