¿Gastar más o mejor en el SNS? La paradoja de la congruencia

Muchas veces hemos escuchado, desde hace varios sexenios, acerca de la importancia de invertir al menos 6 puntos del PIB en salud pública. Hemos estado cerca, arriba de los 5.5 puntos del PIB, y a la vez lejos de los 9 puntos promedio de la OCDE. En general estamos por detrás de países como Colombia y Chile, hablando de los indicadores regionales. Pero hay que ser muy precisos y diferenciar entre la inversión programada y la utilización de dichos recursos; durante esta administración se han procurado recursos dedicados a la salud en México que no solamente se han subejercido, sino que en ciertos rubros se han utilizado de manera ineficiente, como es el caso de los medicamentos.

Los distintos ejercicios, o intentos de, no solo han sido muestra de que se necesita más que la mera voluntad de hacer bien las cosas sino la importancia de un diagnóstico realizado por expertos, mismos que deben de ser integrados en el diseño de modelos mejorados, y mejorables, basados en históricos y con la integración de tecnologías de la información.

Luego, resulta urgente la puesta en marcha de modelos de abasto que integren desde la planeación de la demanda desagregada de cada una de las unidades médicas y/u hospitales, agregarla a un requerimiento consolidado con el debido cuidado de la integridad y el control de cambios de la información, uno que gestione caducidades, lotes, fabricantes, lugares de entrega y sobre todo basado en órdenes de reposición alineadas a la demanda real, este sistema debe estar enfocado a la conciliación de la demanda y la disponibilidad de insumos terapéuticos, minimizando del uso excesivo de las adjudicaciones directas que resultan en compras desordenadas de pocas unidades a precios más elevados; o de poner orden en la distribución eficiente de la última milla para que además de que el producto llegue a los pacientes, no haya desperdicios por la mala gestión de las caducidades de los inventarios disponibles.

Y es este punto en el que el costo es altísimo, por la pérdida de oportunidad de utilización y por el costo logístico y económico de gestionar devoluciones de insumos de gran valor que pueden acabar en destrucción, nadie gana de esto, todos perdemos.

Igualmente pasa con la gestión de servicios como los centros de mezclas, uno en el que se pensó primero en la terminación de los contratos de servicio que en la puesta en marcha de modelos sustitutivos. Lo peor de dos mundos, generando costos elevados de sustitución y la pérdida de oportunidad en la adecuada atención de los pacientes intrahospitalarios y/u oncológicos, un costo imperdonable.

Es necesario además de ordenar los procesos de planeación y ejecución de las compras, trabajar en una política nacional farmacéutica y de dispositivos médicos que garanticen mejorar las condiciones en materia de formación académica y profesional, mejora regulatoria y normativa, creación de un ecosistema que garantice la investigación clínica, y por encima de todo…que favorezca la inversión directa en infraestructura para la manufactura y la distribución con miras a la autosuficiencia en materia de disponibilidad de insumos para la salud.

La innovación terapéutica, muy necesaria, debe de llegar a un justo medio en el que no se descalifique por precio, sino por el debido balance entre mejora en los resultados en salud y el incremental en precio que se pretende cobrar por ella; la investigación es definitivamente necesaria, y nadie debería negar que es costosa pero debe de ser integrada en el modelo de costeo de las terapias responsablemente; mejorar las condiciones para favorecer la investigación clínica es una tarea importante, una que debe de iniciarse si descuidar temas críticos como el abasto de medicamentos.

Retomo lo escrito anteriormente en este espacio, tenemos que atender temas urgentes: la regularización de los ciclos de adquisición y abasto, regularizar y homologar requerimientos documentales para la entrega y gestión administrativa de insumos, la creación de protocolos de atención médica sectoriales que aseguren tratamientos con parámetros idénticos en todas las instituciones, y la joya de la corona, la recuperación de los espacios de colaboración publico-privada con fundamento en reglas claras, transparencia y rendición de cuentas de todas las partes antes de pedir incremento directo en el gasto en salud. Sin orden, el gasto se seguirá yendo por las múltiples fugas dentro del sistema.

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